miércoles, 20 de abril de 2011



“UN CUENTO PARA COMPARTIR”







Una diversidad de cuentos de la literatura universal componen esta pieza y son narrados y escenificados a partir del títere. Se ha suprimido el uso del teatrino tradicional y el cuentacuentos-titiritero se vale de elementos como paraguas, abanicos, telas y pendones. El montaje ha sido concebido para ser representado en espacios alternativos, calles, escuelas y plazas.

viernes, 3 de octubre de 2008

"Sabor a mi...como el Bolero"






Con esta producción el “Hombre del Traje Amarillo” celebra 25 años de trabajo artístico y una vez más será Víctor Rodríguez, destacado actor, director y dramaturgo de la región quién con su presentación unipersonal brindará lo mejor de su reconocido talento en la interpretación de esta pieza. “Sabor a mi, como el bolero”, es una obra que resume en su esencia, el trabajo de la agrupación durante los últimos años, en ella se trasmite al espectador a partir del hecho cotidiano, la sencillez del lenguaje y la simplicidad de la puesta en escena; logrando crear así una atmósfera propicia para que los recuerdos que acompañan al personaje emerjan y hagan participe al público de la historia.

Esta pieza corresponde a la trilogía que sobre las pasiones escribiera Víctor Rodríguez, es rica en imágenes, sean estas alegres o tristes y Víctor le imprime su estilo particular que permite al público ver con claridad al hombre y al conflicto que vive.. A través del personaje que representa Rodríguez contará la historia de un hombre, quien hará que el asistente se identifique con él, con sus experiencias, para entonces poder llegar a entristecerse y reír junto a ese ser que hablará sobre la cotidianidad y sobre nuestras propias vivencias.

"Astromelias"




Esta pieza de teatro es el segundo estreno teatral de la agrupación para este año, es un unipersonal magistralmente interpretado por su autor, pleno de momentos intimos, de anecdotas y reflexiones que surgen de esa forma especial en que Rodriguez observa el mundo y lo escribe, manteniendo una estrecha y exquisita manera de aborda temáticas urbanas centradas en la cotidianidad del hombre.

”Astromelias”, narra en forma sencilla los conflictos intimos de hombres que por alguna razón se ven obligados a asumir las responsabilidad del hogar y la tarea de tener que cuidar de si mismos. En esta oportunidad Vicente, el personaje central suma a su cotidianidad una inmensa soledad y una manera muy especial de vivirla, como consecuencia de una educación signada por el aseo y orden exacerbado. Vicente ahora vive solo, pero la presencia de la imagen materna impositora esta en cada frase que pronuncia, tal vez por eso ”juega” e intenta a través de sus escapes lúdicos construir un espacio para ser.

Es un montaje en el cual se aprecia una profunda relación del actor con el texto y a su vez con el público. La soledad está presente, se evidencia en cada gesto, en cada palabra, en las emociones que producen las acciones en el espectador, como producto de un contexto de referencias inmediatas, como teatralidad muy particular de la agrupación.



"Primera Comunión"



De la autoría de Víctor Rodríguez y dirigida por el mismo esta obra fue estrenada por primera vez en 1989 como la primera de la trilogía de las pasiones que completan posteriormente “Sabor a mi, como el bolero” y “Pecados cotidianos”, tres unipersonales cuya temática está centrada en la cotidianidad del hombre mismo, que Rodríguez rescata casi siempre de sus memorias, como producto de una profunda reflexión de lo que ha sido su existencia como hombre de teatro.

Escenificada en los más importantes escenarios, encuentros y festivales se mantuvo en cartelera hasta 1993, cuando representa a Venezuela en el Festival Internacional de Teatro de Barranquilla FITBA 93.

La temática es sencilla y gira en torno a este hecho cotidiano y universal que en nuestra cultura está presente en los primeros años de nuestra vida y que la mayoría de las veces alcanza trascendencia a lo largo de nuestra existencia por medio de la memoria. La obra permite adentrarse en lo profundo de los recuerdos alegres o ingratos que los preparativos o la primera comunión en si, nos dejan y la manera en que el miedo atávico familiar en que es manejado en muchas oportunidades pueda influir en nuestro futuro. El tema y la forma misma de la pieza, conllevan a que el espectador se sienta rápidamente identificado y hurgue en su propia memoria para hacer su aporte a la trama y a la representación misma.

“Primera Comunión” es un unipersonal basado tal vez en vivencias personales de la historia diaria, donde un personaje central sirve para reflejar las mismas, junto a temores, alegrías, tristezas, verdades y mentiras. Es un juego teatral donde se pierden los conceptos sociales de lo masculino y lo femenino, y e cuerpo pasa a ser objeto de pasión, angustia y soledad. Es un trabajo de un profundo contenido social y humano donde se cuenta la historia de un niño vestido de angelito para la eucaristía y un viejo Drag Queen, quienes se encuentran años después en un mismo cuerpo, presos de sus pecados, culpas, miedos y recuerdos.

Rodríguez mantiene en esta obra al igual que en las siguientes que componen la trilogía, la agresión a través de hechos y valores considerados como rutinarios y tradicionales. Un recuerdo aparentemente intrascendente devela el principio de un mundo de frustraciones, que hace que la narración impacte la memoria del espectador. El ángel de la iglesia y el viejo travestí se confunden en un mismo personaje. La soledad mostrada a partir de un continuo y angustiante parlamento trasciende y llega a mostrarse en distintos aspectos, mientras que en el fondo suenan boleros, porque solo escuchando boleros los ángeles y los hombres pueden embriagarse juntos.

Este monólogo posee valores que le convierten en un planteamiento de fuerza al hacer uso del mismo contexto y de referencias inmediatas para realizar innumerables interrogantes, ofreciendo con ello una alternativa en cuanto a una dramaturgia con lenguaje muy particular como forma de expresión de Víctor Rodríguez. La actuación es un trabajo vital en el cual continuamente el actor transmite y mantiene cautivo el interés del público.

El trabajo no es irreverente pero es crudo, los simbolismos presentes en las distintas vivencias narradas hacen del mismo un planteamiento de gran fuerza. La puesta en escena es sencilla y el dispositivo escénico es mínimo pero de belleza artística por la relación armónica que mantienen todos los elementos que componen esta producción de “El Hombre del Traje Amarillo”.